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    Juicio a Videla: declaró un acusado y dijo ser inocente

    Se trata del ex policía Juan Eduardo Molina, quien este miércoles pidió la palabra al tribunal. Luego se presentó como testigo María Teresa Sánchez. Fue en una nueva jornada del juicio oral contra el ex presidente de facto por delitos de lesa humanidad

    Este miércoles se reanudó el juicio oral en Córdoba contra el ex presidente de facto Jorge Rafael Videla y otros 30 acusados por crímenes de lesa humanidad.

    Durante la audiencia, pidió la palabra el imputado Juan Eduardo Ramón Molina, quien señaló su “total” inocencia con relación a los cargos que se le atribuyen. Sostuvo que en el proceso “se siente el tañido de una sola campana. Uno de esos tañidos está vedado en este juicio.”

    Sobre los hechos investigados, manifestó que “hay que tener en cuenta la situación que imperaba el país; personas militantes, intimaciones públicas, muertes de funcionarios judiciales, militares o policías y ciudadanos comunes que sufrían los ataques de estos jóvenes militantes”.

    “Lo que hacían estaba tipificado en el Código Penal de entonces. No se trataba de jóvenes militantes, sino de personas con un alto grado de peligrosidad para la sociedad”, aseguró.

    El acusado hizo un relato de hechos ocurridos en el segundo semestre del año 1975. “Esto lo sé por haber sido secretario de Actuaciones durante ese tiempo y haber sido felicitado por el jefe de Policía, por haber salvado la vida de la agente Oviedo, hecho en el cual fue herido Héctor López (uno de los testigos en el proceso)”, indicó.

    “La Cámara de Diputados, en el Día de la Policía del año ’75, me otorgó una medalla de felicitación por mi actuación. Paradójicamente estas distinciones son hoy para la Justicia motivo para procesarme como delincuente”, aseguró.

    Destacó que “cuando pedimos los sumarios del D2 es porque allí podría aclararse los hechos que se discuten hoy. Cuando fue cuestionado un vocal de este tribunal, el fiscal  Vidal Lascano dijo que para evaluar la actuación de Otero Álvarez se iba a tener en cuenta lo escrito en esos años”.

    “En razón de ello pongo en evidencia el sumario instruido en el Departamento de Informaciones, donde constan los nombres de imputados y el personal que actuaba con motivo de la causa instruida y en el que resultan algunos de ellos acusados de apremios y de violaciones. El juez dispone sobreseer a los acusados previo dictamen del fiscal Alí”, añadió.

    “Esto es una prueba de que los funcionarios policiales actuaban ajustados a la ley y con la Justicia federal. Durante mi paso por el D2 nunca fui cuestionado por la Justicia Federal”, resaltó.

    Y agregó: “Por esta razón mi interior me dice que no fui detrás de una ideología, sino que me debía a la sociedad como policía,  para reencauzar el orden establecido. No hay verdades absolutas, pero aquí he escuchado mentiras absolutas”.


    Declaración de la testigo Sánchez

    Finalizada la exposición de Molina, el tribunal llamó a prestar declaración a la testigo María Teresa Sánchez, quien dijo reconocer a Videla, Luciano Benjamín Menéndez, Calixto Flores y Mirta Antón. A continuación, parte de su declaración:

    “Sólo quiero que se haga justicia y no me comprenden las generales de la ley.”

    Detención y traslado a la D2
    “Estuve privada de mi libertad. El 24 de febrero de 1976 golpearon la puerta de mi domicilio. Estaba embarazada y con mi marido. Entonces vi por la mirilla y era una persona de civil. Pensé que era un vendedor ambulante. Cuando abrí empezaron a ingresar personas de todas partes, de los techos, de todos lados. Entraron y comenzaron a preguntarme por mi marido y me llevaron. Me golpearon y me metieron en la parte de atrás del auto.”

    “Me llevaron hasta la D2, sin vendas por un rato. Luego me vendaron. No comprendía por qué me habían llevado. Me vendaron y me llevaron al patio. Entonces llegó una persona; pude ver que era media gorda y me dijo que pensara bien lo que iba a contestar, por lo que tenía dentro de la panza. Al rato dijeron: ‘Cayó el Ferraro’. Era mi marido.”

    “Nos pusieron a los dos juntos. Mi marido estaba muy mal por los golpes recibidos, y con una cruz esvástica en el pecho, hecha con birome.”

    “Le pedí que no hablara. Quiero aclarar que mi marido no militaba en ninguna parte.”

    “Me llevaron a un colchón mojado, me dejaron tirada, luego de la golpiza que recibimos. Había dos tipos de voces: una que nos decía ‘déjala, es una perejil’, y la otra decía ‘pegá, esta es una hija de puta y va a hablar’.”

    “Luego me llevaron a un lugar, subiendo unas escaleras. Había dos mujeres: una detenida, llamada Mónica, y otra policía, llamada Graciela.”

    “Luego me bajaron del lugar y me llevaron a otro, llamado ‘El Tranvía’. En ese lugar, cada vez que pasaban nos golpeaban. ‘El Gato’ permanentemente pasaba y nos decía cosas. Nos hacia gritar: ‘¡Heil Hitler!’.”

    “En ese lugar nos torturaban siempre y se sentían gritos de tortura continua. Estuve cuatro días en la D2. El último día me trajeron un batón de mi madre, me hicieron bañar y me trasladaron a la UP1. Mi marido también estuvo detenido en la UP1.”

    La llegada  a la UP1
    “El día que ingresé a la UP1 era un día soleado. Me subieron al primer piso y me alojaron en una celda que daba al hospital.”

    “En el momento en que llegué al primer piso, estaban todas las compañeras preparándose como para algo. Se me presentó Diana Fidelman y me contó sobre todo el funcionamiento del penal. Ese día tenían visitas, por eso estaban contentas.”

    “El primer tiempo tuvimos puertas abiertas en las celdas. Eso duró muy poco. El 23 de marzo tuvimos visitas íntimas con nuestras parejas. Entonces me llevaron y me encontré con mi esposo. Recuerdo que cominos con otra pareja. Nos acostamos y tipo tres de las mañana escuchamos la radio y se escuchaba  la marcha militar. No sabíamos qué iba a pasar con nosotros.”

    “El 24 de marzo era una mañana muy gris y un helicóptero daba vuelta por el penal. Entonces entraron y trasladaron a los hombres a sus celdas y a las mujeres a las de ellas. Fue una recorrida y nada más. Comenzaron a sacarnos cosas de las celdas.”

    “Un domingo entró un grupo de militares sin avisarnos, cosa que nos llamó la atención, porque siempre nos avisaban.”

    El parto en la maternidad provincial
    “El día 13 de abril me trasladaron a la Maternidad provincial, para que diera a luz a mi hija. Cuando llegamos a la Maternidad, se iban apostando para vernos. La gente quería mirar, pero al mismo tiempo no. Estuve casi todo el tiempo del parto esposada y con fórceps. Mi hija nació con sufrimiento fetal. Sólo me soltaron al  final. Me dejaron en un pasillo.”

    “Al otro día me desperté y pregunté por mi hija. Me dijeron ‘ya te la vamos a traer, porque estaba llorando como loca’.”

    “Entraron dos practicantes que me pidieron el teléfono de mis familiares. Luego estuvo mi familia viendo a mi hija y dejó unos huevos de Pascua.”

    “Me trasladaron de nuevo a la UP1 dos días después. Me pareció raro porque había un despliegue de camiones verdes en el penal.”

    “La guardia que me recibió me dijo ‘esto está terrible, ha cambiado todo, ya te van a contar tus compañeras’. Me llevaron al pabellón de mujeres, previo pasar por el pabellón de hombres.”

    “Fue muy emotivo encontrarme con todas mis compañeras, que me decían que tuve suerte por haber tenido a mi hija ese día, ya que ese día entraron los militares al penal y todo había cambiado.”

    “Les habían hecho una requisa espantosa, algunas de las compañeras se estaban bañando y las sacaron así, arengando que eso ya no era un ‘liceo de señoritas’.”

    “A partir de mi regreso las condiciones en el penal habían cambiado terriblemente. Nos encerraron en las celdas que no tenían baño.”
    “Nos dieron la orden de que teníamos que entregar a nuestros hijos. Se escuchaban los gritos de los niños, los ruidos de las llaves, de las botas, los gritos de ‘todas al pasillo’. Nos obligaban a desvestir a los niños y los niños lloraban.”

    “Eso fue a los doce días de llegar al penal. Me ayudó una compañera de nombre Ana María Pizarro, que estaba en los últimos años de medicina. Me enseñaba como curar el pupo de mi hija.”

    “Fue realmente muy triste cuando se llevaron a mi hija.”

    Diana Fidelman
    “Fue muy triste cuando se la llevaron. Ella me regaló una camisa azul, con unos elefantitos celestes . Me contó cómo la habían llevado al D2. Me habló de Vergez y me dio la sensación de que Vergez era el represor dueño de ella. Ella me dijo que si se la llevaban otra vez la iban a matar, porque ya se lo habían dicho. Le dije que eso no podía ser, porque ella tenía causa judicial. Creía en la legalidad, era estudiante de abogacía.”

    “Cerca del 25 de mayo la vinieron a buscar, sentimos como Diana se negaba a ir, pero igualmente la llevaron. Al día siguiente nos enteramos por las guardias que Diana se había querido escapar y que por eso la habían matado.”

    “No pude ver quien se la llevó. Estaba en las celdas de enfrente. No pude ver, pero sí escuchamos las voces de ellos. Eran militares. Lo supimos.”

    Tati Barberis y Marta Baronetto
    “Cuando se las llevaron me trajo una sensación tremenda, porque Marta Baronetto había tenido a su hijo Lucas. La llevaron, la trajeron y se la volvieron a llevar. Casi siempre estas salidas se producían en fechas muy importantes.”

    “Cada vez que entraban, después de las siete de las tarde a sacar a compañeras, se percibía el temor en el pabellón y se olía la muerte.”

    “Entraban los militares a cada rato y nos bailaban. Siempre era personal masculino, todo era muy brutal.”

    Alsina y Mones Ruiz en la UP1
    “Cuando entraba Alsina nos hacía bailar, era terrible, le pusimos ‘Remolino’. También cuando entraba Mones Ruiz.”

    “Alsina se ensañaba con nosotros. Era una persona exageradamente perversa. Mones Ruiz tenía una personalidad totalmente distinta, absolutamente diferente a la de Alsina, lo que no significaba que no nos diera baile.”

    Su situación judicial
    “Un día Mones Ruiz me llevó a declarar en la parte de adelante del penal. Estaban presentes el Dr. Rueda, quien era escribiente,  y el Dr. Haro, que era defensor. Tuve una causa penal. Pidieron que nos aflojen los cables con los que nos habían atado, porque las esposas no alcanzaban para todas las trasladadas. Era fines de abril o principios de mayo de 1976. Ya había tenido a mi hija, por la ropa que tenía puesta. Haro hacía de abogado, porque yo, como estudiante de abogacía, no podía entender como él convalidaba esto. Estaba presente Mones Ruiz mientras me entrevistaba con el juez.”

    “Otra vez se presentó Luis Molina y me dijo que ahora él era el defensor, porque Haro era ahora camarista. Me explayé sobre las condiciones que vivíamos en la cárcel.”

    “Molina me dijo ‘vos no querés hablar y encima no te querés sacar la bombachita, así no te vas a ir más’.”

    “El juez a cargo de mi causa fue el Dr. Puga. Fui condenada a cuatro años por asociación ilícita organizada. Me encontraba en la celda de castigo, porque no me había dejado manosear en mi vagina y ano.”

    El traslado a Devoto
    “En septiembre de 1977 nos trasladaron a la Escuela de Aviación. Nos vino a buscar un avión chico con asientos y nos trasladaron, nos golpearon y esposaron de a dos. Llegamos luego de muchas horas, ya que iban levantado a gente en otros lugares. Llegamos al penal de Devoto.”

    “En Devoto nos llevaron a la iglesia y nos hicieron desnudar a todas. Nos tuvieron un buen rato, nos llamaron de a una por el nombre. Nos dieron una frazada y un plato delata,  y nos dijeron a dónde debíamos ser alojadas. Las compañeras de Devoto nos recibieron cantando, eso fue muy lindo.”
    “Todas acá nos queríamos ir a Devoto. Después nos dimos cuenta que Devoto también tenía lo suyo, pero no era como acá.”

    La muerte de Moukarzel
    “Hubo un hecho en San Martín. Un día muy frío, trajeron a un compañero varón y lo estaquearon en el patio de las mujeres. Estaba extremadamente frío. Había como una sensación de silencio y sólo se escuchaban los lamentos de este compañero, que luego supe que era de apellido Moukarsel.”

    “Luego abrí la ventana de mi celda y pude ver a esta persona. Estaba desnudo, con los brazos extendidos, con las piernas atadas. Le tiraban agua. Se quejaba y decía ‘¡ay, mis riñones!’. Le habían puesto a un soldado de guardia y le pedía ‘no me hagas esto, hermano’. Después se supo que le había dado un paro cardíaco.
    Luego de unos días, donde se encontraba la cabeza de Moukarsel, salió un lirio, por lo que una compañera le hizo una poesía.”

    “El Gato” Gómez y “El Chato” Flores
    “Tanto ‘El Chato’ Flores como ‘El Gato’ Gómez eran los que siempre estaban gritando cosas, diciéndonos cosas y nos pegaban.”

    “Pude identificar quiénes eran, porque comenzamos a describirlos con las otras compañeras. Supe que ‘El Gato’ Gómez había violado a una chica de Río Cuarto, la cual tuvo un hijo, y que el padre de esta chica lo quiso matar.”

    El encuentro con Menéndez
    “A Menéndez lo pude ver en el edifico de mi estudio. Me lo crucé y me dijo: ‘Buenos días, soy el general Menéndez’. Entonces el cuerpo me comenzó a temblar, porque Menéndez es una persona que produce mucho miedo.”


    Informe: Natalia Brusa (Cámara Federal de Apelaciones de Córdoba) y José Ferrer (Tribunal Oral Federal Nº1 de Córdoba).

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