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    Dos testigos vincularon a acusados con la investigación en el juicio contra Jorge Rafael Videla

    En la jornada de este miércoles declararon Alberto Caccopardo y Luis Urquiza. Ambos responsabilizaron a algunos de los imputados. Se trata del proceso contra el ex presidente de facto y otros 30 acusados por crímenes contra los derechos humanos
    Dos testigos vincularon a acusados con la investigación en el juicio contra Jorge Rafael Videla

    Este miércoles, en una nueva jornada del juicio oral contra el ex presidente de facto Jorge Rafael Videla y otros 30 acusados por crímenes de lesa humanidad, cometidos en Córdoba durante el último gobierno militar, declararon como testigos Alberto Caccopardo y Luis Urquiza.


    Declaración de Caccopardo

    Caccopardo se presentó por la mañana. Al declarar reconoció al ex teniente Gustavo Adolfo Alsina, otro de los imputados, y comenzó su relato con el recuerdo de la víctima María Eugenia Irazusta, su pareja. Reconoció haber sido militante del movimiento Tupac y de Vanguardia comunista, en donde la conoció y entablaron una relación.

    “En el momento de la detención el militante era yo… Salgo con un amigo a comprar algo y cuando regreso estaba la Policía en mi casa y, tratándonos de ‘guerrilleros’, nos preguntaban dónde estaban las armas…
    Encontraron material gráfico del partido y me llevaron a Informaciones. Eran policías uniformados.”

    Contó que en la Dirección de Informaciones comenzaron los golpes, sobre todo por parte del acusado Miguel Angel “Gato” Gómez, que los obligaba a realizar “el saludo del nazismo”.

    Agregó que a la víctima Diana Fidelman la violaban y la degradaban por su condición de judía. “Ese era el infierno de Informaciones”, dijo. A continuación, más declaraciones de Caccopardo:

    “Se escucha cerca del mediodía un movimiento diferente y tiros muy cerca nuestro. Al segundo se escucha que dicen en forma burlona ‘parecía que se querían escapar, hay que traer los tachos para limpiar. Quedó el viudito, ahora el próximo sos vos’.”

    “El comprometido era yo. Estoy seguro que vino una orden política o militar de matar a Irazusta y sería bueno para la salud del juicio que se esclarezca de dónde vino esa orden.”
    “Junto con Ivonne murieron Chiavarini y Bártoli. El intento de fuga fue una farsa, porque estaban destrozados. La madre de Ivonne, ya fallecida, pudo ver el cuerpo de su hija; estaba destrozado.”

    “Yo estaba en la celda al lado de Hugo Vaca Narvaja. Él pidió asesoramiento espiritual cuando supo que lo iban a matar, y el cura Mac Kinnon le dijo ‘usted tiene que morir tranquilo’.”

    “En un momento entra Alsina a nuestra celda y le dice a Onetti –otro detenido que había sido cadete suyo- ‘acá me pueden mirar porque seguramente Onetti les habrá contado quien soy yo’.”

    “Un día nos sacaron a todos los del Pabellón 6 al patio para una requisa y estábamos todos contra la pared.  Nos empiezan a golpear, como siempre, y a metros de mí veo a una persona que se cae. Un cabo le decía ‘levantáte o te mato’. Estaba tan malherido que no se podía levantar y en ese silencio escuchamos un tiro. Impresionante. Vi la sangre que corría por la canaleta junto a la pared. Supimos que un compañero había muerto. Cuando empezamos a contar, faltaba Bauducco. No pude ver quien disparó.”

    “Días después vimos el estaqueamiento de Moukarzel. Alsina estaba preocupado porque no quería que viéramos. Lo vimos por una ventanita. Era una noche muy fría.”

    “Debido a una visita de la Cruz Roja Internacional nos sacan vendados a varios y nos llevan a Campo de la Rivera, amenazándonos con que nos portáramos bien porque ya en Europa se hablaba de lo que pasaba acá.
    No teníamos visitas y estábamos incomunicados, no teníamos sol. Sólo una Navidad tuvimos una visita y queríamos hablar con la Cruz Roja para que nos mejoraran las condiciones.”

    “Le dije a un suizo que me entrevistó ‘me sacaron ayer para que no diga nada’ y le muestro las heridas que tenía en las muñecas. El suizo me las midió con una regla  y tomó nota. Fui ingenuo porque no estábamos solos. Estaba el médico del penal, el coronel Capellino. Salen mis compañeros y yo no salgo. Mi familia le pregunta porque no salgo y un señor, que creo que era Fierro, les dice que yo había hablado demasiado con la Cruz Roja. Estuve detenido un año más.”


    Declaración de Urquiza

    El ex policía Luis Urquiza, que declaró en el marco de la causa "Gontero", reconoció a Jamil Jabour, Miguel Angel Gómez, Mirta Antón, Carlos Yanicelli, Rodolfo Salgado y Fernando Rocha, y aclaró que los conoce por haber pertenecido al Departamento de Informaciones (D2). El testigo era estudiante de psicología, entró a la Policía en 1974 y fue destinado a Tránsito y Caminera. A continuación, parte de la declaración de Urquiza:

    “A Fernando Rocha no le gustaban los estudiantes. Cuando nos dieron nuestros destinos ya fuimos marcados como infiltrados por ser estudiantes. Hice 18 guardias en la D2, por eso conozco a las personas que trabajaron allí.”

    El 12 de noviembre de 1976 lo detienen en su domicilio y lo llevan al D2. Lo hicieron pasar a una habitación y allí, dijo, estaban golpeando a José María Argüello. “Después vino ‘El Gato’ Miguel Angel Gómez y dijo: ‘Vos sabés quien soy, soy El Gato Gómez y conmigo hablan todos’. Ahí se me sentó encima, me pusieron una bolsa en la cabeza y me preguntaban dónde estaban las armas que robamos, quién era mi jefe, quiénes eran los otros infiltrado en la Policía.”

    “Al otro día me llevaron a una pieza y me empezaron a interrogar. Me di cuenta que era Dardo Rocha, porque hizo referencia a que no se podía ser policía y estudiante. Nos pegaban todo el día, a la mañana y a la tarde.”

    “El 15 de noviembre era el día de la Policía y estaban alcoholizados. En la madrugada me hicieron poner en el centro. Yabour y Yanicelli me pegaban en la cabeza. Me caía, me levantaban de los pelos, me pasaban de un lado para el otro. Casi perdí el conocimiento. Me dejaron tirado en uno de los pasillos.”

    “Al rato pedí permiso para ir al baño. Estaba la guardia de Gontero. Vino muy enojado, me decía que era un traidor y efectuó tres disparos. Uno me impactó en la rodilla derecha. Empezó a gritar ‘¡se quiso escapar, se quiso escapar! ¡Me quiso arrebatar el arma!’”

    “Miraba para abajo, entre las vendas, y veía el chorro de sangre. Gontero me metía el dedo y una birome en el agujero de la bala y me decía ‘no tenés nada’. El charco de sangre se hacía cada vez más grande. Entonces llamaron al médico policial y me dijo que la bala había pasado entre medio de los dos huesos. Me dio antibióticos, calmantes y me vendó. Así me aislaron en una pieza durante dos días, hasta que me llevaron al campo de la Rivera.”

    “En enero falleció mi madre. Mi familia lo conocía al padre Luchesse. Él habló con el Tercer Cuerpo y me dejaron ir al velorio de mi madre. Antes me amenazaron con que si veían algo sospechoso iban a volar todo. Me llevaron con las manos encadenadas y ahí vi a mi hija, a mi mujer y a mi hermana. Después me llevaron de nuevo  a la cárcel.”

    “En marzo o abril me enteré que estaba en una lista del PEN.”

    “Mis compañeros fueron liberados y yo no. Recuperé la libertad en septiembre de 1978. Ahí me hice operar la rodilla, que me quedó con artrosis. Permanecí en el país hasta julio de 1979. Tenía que ir al Tercer Cuerpo una vez por mes a firmar. No me podía alejar a más de cuarenta kilómetros de Córdoba.”

    “Decidí salir del país, me fui a Brasil y pedí refugio en la ONU. Dinamarca nos aceptó. Éramos diecisiete refugiados, de diferentes países.”


     
    Informe: Natalia Brusa (Cámara Federal de Apelaciones de Córdoba) y José Ferrer (Tribunal Oral Federal Nº1 de Córdoba).

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